jueves, 23 de septiembre de 2004

Un mundo, su burbuja

Años de decadencia te trajeron abajo como la rosa que cae marchita del rosedal.
La juventud te perdió en un mar de destierro y no supiste cómo reaccionar
El desarraigo te llevo a encerrarte en un mundo al que sólo vos pudiste entrar pero salías de vez en cuando para con los que sabías estar. 12 años de supervivencia tratando de llevar adelante una vida que no era tuya, aunque aún no lo parecía. 12 años en los que la paz y la tranquilidad, la amabilidad y la amistad no lograron su cometido y el ambiente no te favoreció, dejándote hundir más y más en aquel mundo de una sola llave al que lastimosamente entraste y a conciencia y voluntad soñaste sin salida posible. Nuevamente la tormenta del desarraigo estremeció tu mundo paralelo, volviéndolo boca arriba y descolocándote de toda orientación, mientras levantabas vuelo por los aires y atravesabas el cielo de un azul casi negro, veías cada vez más lejos lo que ya nunca volverías a tener, lo que habías perdido definitivamente. Moriste por dentro y caíste al abismo de ese dolor que te oprimió el pecho tanto que no podías sostener la respiración. Una lágrima de la más dolosa tristeza desde tu ojo caía mientras veías desaparecer lentamente todo lo que habías tenido, querido, amado, abandonado...
La burbuja de tu mundo se endureció. No quisiste salir ni con el menor de los esfuerzos de el. Sólo te sentaste a esperar sin ver que las consecuencias de tu actuar repercutían despiadadamente en lo que te rodeaba ahora, en tu nuevo lugar.
La soledad te llevó a la enfermedad y la frialdad mas violenta surgió de tu ser sin piedad para dar los acertados golpes que terminarían por destrozarlo todo.
El sufrimiento tortuoso, lento, enfermo en un mar de confusión acompañó el transcurso del tiempo. Luchando por no caer, luchando por entender, peleando a fuerza de lágrimas y dolor por salir sin lesión de la situación, pero no era posible, no había salida sana de tal jugada sucia. Como niño pequeño que no conoce el hielo y le han puesto los patines intentaba llegar a fuerza de golpes y caídas, una y otra vez, al borde para poder agarrar la baranda de metal, sostenerse y por fin descansar. Sucedió. Alcanzó su firmeza, con heridas y maltratos y logró por fin hacerse a un lado del mundo al que no quería entrar también, pero le costo muy caro, tanto que había perdido todo sentimiento, toda emoción, no quería, no amaba, pero tampoco odiaba, tan sólo estaba ahí, expectante para ver cómo seguía en su mundo encerrada con su rutina armada, inamovible, siempre igual. Ningún intento de diálogo sirvió, ninguna palabra, ningún gesto, ninguna preocupación...nada, nunca habían servido, jamás. Las demostraciones de cariño no existieron, no sabía lo que era sentir lo que debió haber sentido, y por eso nunca sabe cómo reaccionar ante situaciones similares, todo cambió, el corazón no es el mismo, el muro de concreto reforzado que lo cubre sólo eso hace, lo cubre, lo tapa no sólo del dolor, sino de todo lo demás, no puede sentir amor, no puede querer, no se puede querer.
Mientras ella sigue en su mundo, con su rutina y su nada que es su todo y su vida que es su muerte, esperando siempre sentada, nada, no espera más nada, no sueña más nada, no siente más nada, no le importa más nada, sólo espera, no sabe hacer otra cosa más que esperar y morir de a poco.
Librada ya de la tortura cotidiana, sólo quedan marcas, muchas, demasiadas en el corazón, cual hoja de papel que se arruga con las manos hasta reducirla a un bollito, por más que se le pase la plancha por encima, nunca va a perder las arrugas, las marcas que le quedarán....
Expectante, sólo espera lo que el destino le depare, sólo espera sin poder hacer nada más, no puede... no quiere. Sabe que en algún momento, en algún lugar, un día se van a encontrar, quizá no aquí, en esta tierra, y van a hablar de todos esos mundos paralelos y burbujas sin salida y llaves perdidas y vieja yo te espero para cuando vos lo decidas.
 
"Life is not a succession of urgent "now's", it is a listless trickle of "why should I's?" John Wilmot