lunes, 1 de diciembre de 2008

Lucha de titanes


El pensamiento y el sentimiento son dos gigantes que gobiernan la mente. Uno es frío y calculador, no deja nada librado a la suerte, guarda todos sus lápices en cajones pulcramente ordenados y sus papeles en estanterías perfectamente alineadas y acomodadas, numeradas y foliadas.



El otro, el sentimiento, es el vago soñador que vive en un mundo de fantasía, cálido, que no se guía por reglas, y tiene amigos con los que sale los fines de semana, los instintos y la química. Los instintos son medio bobos. Tropiezan con paredes, describen mal las cosas, nos hacen caer en agujeros, etc. La química es más inteligente, pero bien cuadrada. Para ella, dos más dos es cuatro, la feniletilamina produce dopamina y se acabó.

El pensamiento es el grandulón que por lo general nos va guiando en el camino de la vida. Hay quienes se dejan influenciar más por éste que por los sentimientos o viceversa. Y aquí hay una diversificación en los tipos de personalidades que conocemos.

Los pensadores puros, esos entes cual autómatas que se rutean por la vida basados únicamente en lo que la lógica de su pensamiento les dicta. Por lo general les va bien económicamente, son tipos capaces pero también pueden ser muy infelices ya que tienen a los pobres sentimientos encadenados en el último recoveco del sótano, cagados de frío, de hambre y no los sueltan ni para ir al baño.

Los pensadores tienen la característica también de relacionarse solamente con los de su especie ya que los "sentimentales" pueden pasarles por al lado inadvertidamente sin que siquiera lo noten. No por maldad. Simplemente porque no los entienden.

Luego están los netamente sentimentales. Si bien es cierto que no se puede ir por la vida sin una mínima lógica de las cosas, éstos personajes son capaces de limitar el pensamiento hasta su más básico, mínimo e indispensable funcionamiento, atrofiándolo de tal manera que el pobre pensamiento es como un viejito encorvado y huesudo que pulula por la casa sin joder y sólo sale de la habitación para comer, cagar y de vez en cuando dar algún buen consejo aprovechando la falta de atención del sentimiento que está distraído preparándose una taza de café.

Los sentimentales son capaces de relacionarse con cualquier otra especie ya que tienen la gran facilidad de bloquear toda lógica de sus contertulios y observarlos al mismo nivel en el que ellos viven, en los sentimientos.

Finalmente, los mixtos. Son aquellos desgraciadísimos seres que heredaron tanto el pensamiento como el sentimiento en partes equitativas. Son los que más sufren, pues en sus cabezas se libran terribles batallas entre sentimientos y pensamientos. Generalmente estos seres viven en paz ya que en lo cotidiano de la vida es común que las decisiones las tome el pensamiento o el sentimiento en forma más bien separada. No hay confrontación. Pero en ciertas ocasiones, se produce la hecatombe entre estos dos colosos que habitan en el penthouse de nuestro cuerpo.

Muchas de esas veces, la culpa la tiene el corazón, esa señora que vive en el piso de abajo y es muy activa, hace las compras, canta con la voz muy fuerte y una gran

sonrisa, siempre cocina y lleva comida para todo el mundo y a veces se la pasa llorando toda la noche cuando sufre algún desamor. Entonces sus vecinos de arriba la escuchan llorar y se preocupan. El pensamiento se sienta en su escritorio y se pone a dibujar y hacer gráficos de una solución para su sufriente vecina. Un paseo, alguna actividad, algo que la aleje de lo que la acongoja. El sentimiento en cambio, corre apresurado bajando las escaleras y le golpea la puerta frenéticamente para consolarla y llorar junto a ella recordando una y otra vez la causa de tal angustiante momento. El pensamiento, al oír el portazo que dio el sentimiento al salir corriendo a socorrer el corazón se alza en furia ya que considera totalmente equivocada la acción de éste y baja encolerizado a enfrentar a su camarada. Y sin más, ahí, frente a la pobre señora que solloza desconsoladamente, comienza la batalla.

La palabra es lo mejor! dice el pensamiento.
No! asegura el sentimiento. Qué tal si lo que decís te sale mal!

El miedo aparece. La impune mascota del subconsciente que aparece siempre que escucha barullo para apuntar directo con sus colmillos afilados a los tobillos de los contrincantes y a la pobre señora corazón, ahora sentada en una silla, reclinada y apoyando la cara sobre sus manitas que la sostienen en una desesperanza eterna y espera que la victoria de alguno de los dos le indique qué hacer.


Estas batallas suelen ser largas, demasiado. A veces duran tanto que, para cuando hay un ganador, la señora corazón se tomó 3 valium y se fue a dormir. Lo cual es terrible, porque siempre quedan situaciones inconclusas y la eterna duda de qué hubiese sido mejor escuchar, el sentimiento o el pensamiento...
 
"Life is not a succession of urgent "now's", it is a listless trickle of "why should I's?" John Wilmot