martes, 5 de octubre de 2004

Juan - Capitulo II

A suerte de comenzar su recorrido hacia las más despiadadas situaciones Juan se inicio en aquello que para él sería el resto de su vida. Habiendo dejado atrás su infancia comenzó a recorrer el nuevo camino que se le presentaba impredecible a cada paso. Decidió no seguir una carrera terciaria de inmediato lo cual tuvo mas de una razón de ser, no solo por el hecho de que no le gustaba estudiar, razón que para él hubiese sido mas que suficiente, mas no necesaria.
Había comenzado a noviar con una joven muchacha casi de su misma edad, un año menor quizás. Muy católica y de costumbre religiosas, Celia logro captar la atención y toda la vida de Juan. Se querían mucho, demasiado y se dejaban llevar por todas esas emociones intensas que sentían uno por el otro. No pretendían aceptación de nadie, si bien por parte de la familia de Celia no había inconvenientes, la familia de Juan no toleraba a esta nueva "intrusa" que de golpe se había apoderado de la vida de Juan, haciendo de él alguien todavía más inútil de lo que para ellos ya era. Aun así, Juan no dejó que esto interfiriera con su nueva vida, que aparentemente carecía de responsabilidades más allá de las habituales. Sus esfuerzos se habían reducido a despertar sin un horario fijo, dejando que el sueño y su cansancio se hicieran responsables de avisarle el momento en el que ya había sido suficiente dormir y se levantaba feliz, luego a jugar con sus autitos de control remoto que le robaban horas y horas de comprender lógicas de movimiento y tracción sin darles nunca esa importancia física o matemática, sino mas bien por la importancia emocional que a le aportaban y entusiasmaban al punto de aislarlo en un mundo en el que solo el estaba, sin ver a los que lo miraban, sin escuchar a los que le hablaban, con la vista fija cual estaca que sostiene con firmeza las cuerdas de una carpa para que no se caiga así miraba Juan a sus mas preciados tesoros de plástico y motor sobre ruedas. Luego del almuerzo y otro rato de juegos y melodías en su teclado electrónico, Juan se disponía a llamar a su amada por teléfono y convenir la hora diaria del encuentro que duraría hasta que alguno decidiera que ya era demasiado tarde para estar fuera de casa, aunque ninguno de los dos se conformaba con tal justificación, pero sabían que todavía debían obedecer a las ordenes de sus padres que reprocharían sin piedad a la mañana siguiente el atrevimiento de volver a tan altas horas de la noche a la casa.
Así, su vida avanzó lenta y segura, sin demasiadas preocupaciones. Los momentos de ocio dejaban volar su imaginación en talentos ocultos que no resultaban provechosos según sus padres. Aprendió a tocar el charango, con la ayuda de un amigo que manejaba dicho instrumento de una manera casi angelical y que le dio unas cuantas pistas sobre como formar los acordes, Juan había logrado sacar de aquel instrumento de animal disecado las más hermosas melodías acompañadas de un ritmo espectacular, inimaginable a la vista de cualquiera la velocidad de sus dedos que sacudían las cuerdas con la mas precisa métrica hacia estremecer la piel con sus interpretaciones salidas del alma. Era músico de alma, su oído agudísimo le permitía captar las melodías de todos los discos que escuchaba y reproducirlas en su piano electrónico de 5 octavas, tenia un don muy especial, aun así esto no fue suficiente para seguir con sus estudios de música, que había comenzado mientras estaba en el secundario y abandonado dos años mas tarde, no lo necesitaba, había aprendido todo lo necesario para disfrutar de su propia música sin tener que depender de tediosos exámenes teóricos de mediciones de tiempo y valores de notas y ritmos extraños, era feliz con lo que sabia y con lo que tenia, su música, Celia y sus autos a control remoto.
Entre los desacuerdos, las discusiones y las peleas con sus padres, que, representaban para el una lucha diaria que ya casi había incorporado a su vida como una cosa mas de rutina, sucedió lo que ni siquiera él esperaba, era el comienzo del fin.
 
"Life is not a succession of urgent "now's", it is a listless trickle of "why should I's?" John Wilmot