miércoles, 9 de junio de 2010

Memoria

Cuál es la misión que cada uno tiene en la vida? Para qué nacemos? Por qué vivimos? Estas son preguntas recurrentes que surgen siempre con una respuesta vacía o inventada, quizá como una justificación a nuestra propia existencia. Para qué estoy acá? No se! La vida no es una elección. Es una decisión pura y exclusivamente egoísta de nuestros progenitores. “Quiero tener un hijo” dicen, y 9 meses después apareciste en este mundo, sin entender nada, sin conocer nada, sin saber que te iban a traer y a qué te iban a traer. Sin decisión ni voluntad. Claro, de grande uno piensa “si pudiera elegir, elegiría nacer!”, pero, tiene eso realmente sentido? Digo, cómo se puede elegir antes de ser? Cómo decidir sin existir? Imposible o, menos drásticamente, ideológico, si se quiere. Como el futuro. Qué es el futuro? Existe? Cómo, de nuevo, puede existir si aún no nace?
Vivimos en una utopía diaria con perspectivas idealistas de un más allá en el tiempo que se ajusta a nuestros deseos y visiones subjetivas encuadradas en las posibilidades de nuestra imaginación. Mucho esfuerzo, tiempo y dedicación le dedicamos al futuro. La vida le dedicamos al futuro, a ese lapso post-presente que es en realidad completamente incierto, inexistente. Excepto cuando somos nenes. Los nenes no miran al futuro, hacen y deshacen de acuerdo a lo que va surgiendo. Jugar era nuestra prioridad, ser felices… Después nos mandan a la escuela, y la prioridad cambia, el concepto de felicidad se va transformando paulatinamente en todos esos conocimientos, usos, costumbres y formas que nos inculcan y que memorizamos e implementamos al punto de la automatización. Entonces ya no vivimos el ahora, ese otro lapso de tiempo también subjetivo e inexistente a los fines prácticos. Estudiar se vuelve obligación y prioridad para el “futuro”, para ser “alguien” en la vida. En qué vida? En la del futuro? En la de ahora? Nos la pasamos construyendo, juntando, coleccionando, ahorrando para el futuro. Pero el futuro no es más que una agraciada consecuencia de la existencia de esa línea misteriosa llamada tiempo. El futuro va apareciendo a medida que las manecillas del reloj sigan girando, cada minuto, cada segundo. Si se detuviera el tiempo, estaría esta pared acá? Estaría yo acá? Como el árbol que se cae en un bosque lejano a toda civilización, hace ruido? Y si no hay nadie quien lo oiga, hace ruido?… Y el presente, es la transición inmediata a la medida de tiempo anterior. Imperceptible a los fines prácticos, el presente es, como el futuro, tan utópico como idealizado. Es tan irónico el presente que en el momento en el que se piensa en él ya se convirtió en pasado, y cómo él, así también lo hará el futuro, eventualmente y si el tiempo le da la gracia. Y el pasado, sin ser utópico o idealista, sino más bien la prueba empírica de nuestras vidas, tampoco es tangible, ya pasó, se fue, y de nuevo el reloj juega su sucio juego, porque el tiempo no vuelve, camina indefectiblemente hacia delante, nunca hacia atrás. Jamás. Y qué somos entonces? Dónde estamos? No podemos más que definirnos como un conjunto de memorias y recuerdos con proyectos idealistas de nosotros mismos en un cierto tiempo futuro y que esperamos deseosamente alcanzar, con una muy sigilosamente resguardada negación de la improbabilidad del suceso. Pocos son los que se atreven a pensar en un NO futuro. Pero de nuevo, si somos un conjunto recuerdos del pasado, pero el pasado ya se fue, que nos queda entonces? La memoria. La memoria lo es todo! Ahí en nuestros infradotados cerebritos, esa porción de neuronas que nos sirve de RAM, ROM, Cache y disco duro se guardan todos y cada uno de los acontecimientos, experiencias, emociones, proyectos, pasado, presente y futuro. Sin memoria no somos nada. Una persona sin memoria se convierte en un ente. Un ente con… instintos, ciertas habilidades básicas innatas y nada más. Si evolucionáramos en seres sin memoria, seríamos aún considerados humanos? Evolucionaríamos?
Sin memoria no hay aprendizaje, sin memoria no hay conocimiento adquirido, sin memoria no hay uso ni costumbre, sin memoria no hay pasado, presente ni futuro.
 
"Life is not a succession of urgent "now's", it is a listless trickle of "why should I's?" John Wilmot