El ser humano tiende a preocuparse por pequeños detalles de la vida cotidiana, como por ejemplo cómo vestirse, si el blanco le combina con la corbata a rayas o si la cartera de cuero o de gamuza. Es normal, o por lo menos se lo considera normal dentro de los estándares en los que nos manejamos en el día a día, estar pendientes de este tipo de cosas, no sólo por el interés de complacer que se muestra como consecuencia de la sociedad que nos impone estilos y modas sino porque estas pequeñeces conforman en sí parte de nuestra vida. Muchas veces me pongo a pensar en estos detalles y como el cerebro, capaz de imaginar mucho más allá de lo que conocemos y vemos, nos permite navegar en esa marea de pensamientos que nos llevan a imaginar la grandeza del universo y la infinita pequeñez de las cosas. Allí nos encontramos nosotros, situados en algún lugar entre el infinitésimo y el infinito y me pregunto, en qué punto de esta interminable línea que nos mide en proporción al resto de las cosas nos encontramos? Guiándome por la teoría y la imaginación, debo suponer que cada uno de nosotros, no importa quién, inclusive, no importa qué, todos estamos exactamente en la mitad, dado que el infinito se extiende tanto hacia lo pequeño como hacia lo grande.
La ciencia avanza cada día a pasos agigantados, cuando se pensaba que el átomo era la partícula más pequeña, luego se descubrieron los componentes del mismo y los componentes de esos componentes y bajo esa premisa se seguirán, probablemente, descubriendo más componentes, más y más pequeños y aún así, jamás se llegarán a descubrir todos ellos, al igual como sucede con el universo y su infinidad. El hombre vive en una sociedad que está en un país, ese país pertenece a un continente (gran sorpresa para los que por primera vez cruzaron un mar y descubrieron que había más tierra y más gente!), y los continentes yacen sobre un planeta, que no es el único, pero es el único que por ahora se conoce que posee vida en forma humana y de aquí surgen interminables teorías e idiotas que dan por sentado que somos los únicos habitantes del universo. El planeta tierra forma parte de la vía láctea que es a su vez una pequeñísima parte de lo que es el resto del universo. De hecho hay estrellas que son más grandes que todo nuestro sistema solar. Del mismo modo que con los átomos, los científicos han descubierto mucho (relativamente) del universo con sus telescopios y satélites y toda la nueva tecnología que va mejorando con el tiempo, sin embargo es sabido que no conocemos nada aún. Es tan poco lo que se sabe que en realidad no sabemos de qué somos parte, aquí nuevamente intento posicionarme en la línea que mide la infinidad y no me imagino donde estoy. A veces inclusive hago comparaciones de este estilo:
Nosotros, los seres humanos, estamos formados por órganos, entre ellos por ejemplo, la piel, que es el órgano más grande que posee el cuerpo humano, y no el intestino delgado como muchos piensan. Los órganos a su vez están formados por células, las células por sus componentes (el núcleo, la mitocondria, el citoplasma, el aparato de golgi, el retículo endoplasmático, etc.–Gracias por la data vieja!- ), éstos componentes por moléculas y las moléculas por átomos y así sucesivamente. Si me pongo en la posición de un átomo, por ejemplo, luego al ver todo el cuerpo humano, decididamente me doy cuenta que por si sólo no valgo nada. Puedo ser un átomo que forma parte de una uña que azarosamente fue cortada y quedó tirado, con el resto de esa uña en algún piso, inodoro o donde fuera. O bien podría ser también una molécula o una célula, que por mala fortuna le tocó formar parte de una zona donde justamente nos lastimamos o nos picó un mosquito, se hizo una cascarita y sin más, el ser humano se la rascó y sucesivamente arrancó para con un movimiento de veloz de los dedos eyectarla a gran velocidad por los aires y perderse en la nada terminando su corta vida pudriéndose en algún rincón del suelo. La cuestión es que, si para el lado de lo más pequeño que nosotros veo o soy capaz de imaginar esta situación, por qué no imaginarla para el lado del infinito más grande que nosotros, es decir, por qué no imaginar que en este caso, la célula, la cascarita arrancada somos nosotros, los humanos, que en realidad podemos estar formando parte de un organismo mucho más grande que nosotros, quizá tan grande que nunca lleguemos a verlo del todo, por eso nos quedamos formando parte de esa célula que lo conforma. Quizá todo nuestro universo (el que conocemos) no es más que una célula de ese organismo. Quizá estamos circulando por algún torrente sanguíneo o formamos parte de una piel, o no somos más que una célula cancerosa. Así como las células del cuerpo humano tiene funciones específicas, y sus componentes funcionan en conjunto, cuando empiezan a fallar empiezan a morir, de la misma forma, como hoy en día este mundo está empezando a fallar, en donde la gente cada vez pierde más el sentido de la vida y se matan unos a otros, y las funciones cambian y los objetivos se distorsionan y ocurren tantos desastres naturales, quizá no somos más que una célula enferma que está encarando hacia su propia destrucción y como célula cancerosa quizá sólo estamos esperando ser extirpados de este cuerpo del que formamos parte porque no hacemos más que enfermarlo. Entonces empiezo a pensar en que a veces los humanos nos preocupamos en demasía de los pequeños detalles de la vida cuando en realidad formamos parte de un todo tan grande, tan inmenso (en ambos sentidos) que probablemente no valga la pena tanto esfuerzo. Pero nuevamente, humana soy, y vivo en este mundo y vuelvo a la banalidad de mi vida que me lleva de nuevo a preocuparme porque tengo que ir a bañarme porque mañana tengo que ir a trabajar y porque no le puedo ganar a Phobos en el Quake III arena en modo Hurt me plenty….
Uno podría llegar a volverse loco si realmente se pusiera a analizar en detalle y preocuparse por estas cuestiones de averiguar realmente donde nos encontramos en forma objetiva, por eso, voy a seguir jugando y a ver si lo puedo fraguear a este Phobos que me vuelve loca!!!!
